Una de las principales dificultades de los papás, es precisamente como poner límites a los hijos, sin dejar de demostrarles amor.
Creo que como padres, lo que nos cuesta entender es que hay momentos tanto para dar amor y hay momentos para ser firmes.
El ser humano tiene la capacidad de la flexibilidad y podemos actuar amorosamente en unos momentos y en otros mostrar autoridad y firmeza sin por eso dejar de ser cariñosos.
Se ha malentendido, que en nuestro afán de no repetir la forma en que nos educaron, con el cinturón, la chancla, no opinar, obedecer sin rezongar etc; muchos padres se han ido al otro extremo de ser demasiado consentidores y no poner reglas.
Las reglas o limites, son necesarias para la formación del carácter. Incluso los chicos los requieren y admiten con los orientadores que aunque les gusta la libertad, también les gustaría que sus padres les pusieran mas limites y llamarán la atención; ya que al hacerlo, el chico interpreta que es importante para sus padres.
Algunos padres se vuelven tan amigos de sus hijos, que estos ya nos los respetan. Por eso otros optan por ser estrictos y no mostrar cariño. Yéndose a uno u otro extremo.
Todos los seres humanos en el ámbito que nos toque desarrollarnos según las etapas de la vida necesitamos límites que den un orden u estructura a nuestra vida.
Un chico que no sabe cual va hacer la respuesta ante tal acción pierde total interés incluso hacia la vida, lo mismo sucede cuando les damos todo lo que nos piden. Haciendo remembranza a que no sufran las mismas carencias que nosotros vivimos, los llevamos al punto de no valorar las cosas y esto los lleva a un vacío emocional, en el que nada les es suficiente., precisamente porque obtienen las cosas con tanta facilidad que no saborean el resultado de un esfuerzo y de la espera.
Lo sano en esta vida siempre será encontrar el punto medio de las cosas, ni tanto que educaremos a nuestros hijos con la rigidez que nosotros fuimos criados, ni tanto que seamos tan flexibles que ellos no tengan una estructura en reglas, valores y limites.
En este sentido, desde muy pequeños se puede poner límites. Siendo bebes en algunas ocasiones es saludable dejarlos llorar un pequeño momento antes de darles su biberón, para fomentar en ellos la tolerancia a la frustración.
A esos niños en los que los padres corren desesperadamente para que el pequeño no llore, serán niños impacientes, caprichosos y poco tolerantes, que querrán todo de una manera inmediata y que en la adolescencia se vuelven inmanejables para los padres.
Aquí es donde hay que preguntarse si es el niño el que no es tolerante o somos nosotros los que no toleramos que el niño llore, y preguntarnos o buscar ayuda para trabajar el origen de esa característica del carácter y así evitar que nuestros traumas afecten a nuestros hijos.
ELEMENTOS IMPORTANTES A LA HORA DE PONER LÍMITES:
· No discutir las reglas frente a ellos. Primero tenemos que estar de acuerdo los dos padres o tutores para no caer en contradicciones frente a ellos. En este sentido, vale la pena, invertir un tiempo como pareja para platicar, acerca de como los guiaremos.
· Evitar que terceras personas como los abuelos, tíos etc, intervengan cuando los papas están poniendo un castigo, al menos que estos hablen con antelación para dar una sugerencia a los padres y no frente a los chicos, ya que de lo contrario, los chicos pueden basarse a conveniencia de esa situación para restar autoridad a los padres.
· Ser firmes o congruentes, quiere decir cumplir lo que decimos, si les decimos que si no acomodan el cuarto no verán la tele, cumplirles, aunque como padres, a veces nos de cierta tristeza tenerlos que castigar. Más que un castigo, es nuestra obligación educarlos en casa, para la vida fuera de ésta.
· Y la firmeza no quiere decir, gritos, ofensas o maltrato físico. Sino el cumplir lo que se les dice. Del mismo modo si ellos se comportan como nosotros esperamos darles lo que se les prometió, para que vean la seriedad del adulto.
· Podemos cambiar el cinturón por el no dejarles ver la televisión, no comprarles la blusa o zapatos que pidieron, no llevarlos al paseo que habían solicitado, si estos no cumplen con lo pactado.
La diferencia en el resultado obtenido con el cinturón y el reforzamiento conductual, es que en el primero, hacen lo que les pedimos por miedo al dolor de los golpes y en el segundo aprenden a que si no respetan una regla, no obtendrán lo que desean, y esto se acerca mas a la vida real, ya que en la adultez sino cumplimos con nuestro trabajo, el jefe no nos golpeará, simplemente no nos da el ascenso que esperamos o incluso nos despide.
· Evitar contradecirse, ya que los chicos son muy inteligentes, y si ven tambaleos o dudas en los padres, de ahí se basaran para evadir las responsabilidades. Por ejemplo si mami es mas fácil de convencer, entonces van y piden permiso a ella de ver la televisión aun sin que hayan acomodado su cuarto. Si ven que papi, con tal de que lo dejen descansar, les da dinero sin que hayan sacado buenas calificaciones, van y se lo piden a él.
. Educar a los hijos por igual. Todos los seres humanos somos distintos, algunos de ellos se adaptan mejor a nuestra forma de ser, lo cual no quiere decir que los otros sean mas rebeldes. Las reglas deben ser iguales para todos los hijos, al menos que alguno de los hijos tenga una desventaja con los demás, como una discapacidad por ejemplo o que sea más pequeño.
Y sobretodo papás, en esta difícil tarea de educar, comprender que no somos perfectos y a veces podemos perder el control, sin embargo lo importante es retomarlo. Y evitar perder de vista, que nuestros hijos son personas que necesitan de nuestra guía, no son nuestros enemigos, ya que me ha tocado ver a padres, que ofenden y maltratan física y emocionalmente a sus hijos, como si fueran los seres que mas odian. Cuando esto suceda respiren profundamente y entren en contacto con el amor hacia ellos, para retomar el camino de educación que tenemos para con estos.
Todos los chicos son educables, si se ha vivido mucho tiempo sin limites y con ofensas, a veces es bueno buscar ayuda de un profesional que les enseñe tanto a padres como hijos, a perdonarse y perdonar y retomar nuevamente el camino de la salud mental familiar.
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