Que maravilloso es elegir, porque se hace desde el corazón!
Por diversas situaciones, hay muchas parejas a las que se les dificulta procrear un hijo. Sin embargo el deseo y el amor, late al ritmo que su corazón y emociones anhelan la maternidad o paternidad.
Así la adopción se convierte en la posibilidad, de formar una
familia que no está sostenida en vínculos biológicos, pero si en vínculos emocionales. El termino, adoptar viene del latín adoptare (ad: a y optare: desear). Significa elegir, desear.
En este sentido, la paternidad y maternidad no se reduce a la reproducción, sino a los afectos, los deseos, el cuidado, el sostén, los deberes y los derechos. En cierta forma, también cuando se adopta un hijo se vive un embarazo. Toda adopción conlleva una espera que resulta larga, llena de esperanzas y temores, dudas, ansiedades, expectativas e ilusiones que le van dando forma al niño, lo van imaginando aun antes de conocerlo. Y es en la
infancia, en donde se establecen las bases de la
personalidad del
individuo, gracias a la vivencia de una serie de experiencias que promueven el desarrollo o producen un estancamiento; de ahí la importancia del como los padres abordan el tema de la adopción.
De entrada es importante conversar de forma natural sobre el tema. Intentar mantener una
actitud de escucha y comprensión, para que el niño les vaya confiando sus emociones sin temor.
Lo recomendable es no esperar hasta que el hijo empiece a preguntar, porque puede no hacerlo, al darse cuenta que les incomoda ese tema.

Lo más importante es que los padres, acepten y asuman la realidad: que son una familia adoptiva, y que esto, pese a sus buenas intenciones, no lo van a cambiar. El niño debe ser aceptado tal y como es, procurando no anteponer para él, expectativas propias, para nada reales, respecto a la realidad de ese niño. Pues
la educación y el entorno en el que crezca, sólo podrán modificar en él, aquello para lo que esté genéticamente predispuesto.
El contarle las circunstancias de su adopción, le ayudarán a disipar sus fantasías de
culpabilidad (el pensar: "fui malo", o "algún problema debía tener o causar para que mis padres me dieran",...).
Es básico que sean los padres los que le informen al niño acerca de la adopción. Ya que si se entera por otras personas, puede sentir enojo y desconfianza y puede llegar ha ver la adopción como mala y vergonzosa, ya que se mantuvo en secreto.
Es razonable que el adolescente adoptado tenga un marcado interés en sus padres naturales durante esta etapa. Esta curiosidad expresada es común y no quiere decir que él o ella estén rechazando a los padres adoptivos. Algunos adolescentes pueden desear conocer la identidad de sus padres naturales. Los padres adoptivos pueden responderle al adolescente dejándole saber que es correcto y natural tener ese deseo.
También el niño adoptado puede desarrollar problemas emocionales y de comportamiento. Estos problemas pueden ser resultado, de las inseguridades y asuntos relacionados con el haber sido adoptado, en este caso es recomendable visitar a un profesional.
En cuanto al relato, este será propio de cada familia:
"Los niños comprenden mucho más de lo que se imagina por lo que se le pueden enviar mensajes cariñosos, como amo el día que llegaste a nosotros, el día en que te encontré... ello va a facilitar el momento en que deba darse una explicación más clara y concreta.
También hay que considerar que las preguntas del hijo adoptivo no buscan la respuesta justa, sino que intentan confirmar que el otro está dispuesto a contestar lo que puede, lo que sabe; que el otro es confiable y va a escuchar, a tolerar las incertidumbres e inquietudes que aparecen. Ese reconocimiento fortalece los vínculos entre padres e hijos.
Es conveniente comenzar a conversar gradualmente. De hecho, siempre hay modos para introducir el tema: el nacimiento de un bebe conocido, la adopción de un famoso de
televisión, los
juegos con muñecos, los
animales que crían cachorros ajenos, etc.
Luego es esperable que surjan preguntas para chequear la información, a medida que el niño la vaya pudiendo incorporar. Cuanto mayor sea elaborado el pasado y más dialogable sea el tema de la adopción, el pequeño dará una vuelta de hoja al tema, para centrarse en sus logros actuales.
Entre los 2 y los 5 años, es muy conveniente ir hablando abiertamente sobre la adopción y sobre la historia de su adopción:- explicarle que él o ella nacieron y, luego, fueron adoptados, describirle cómo era cuando le vieron por primera vez: aspecto, rasgos, ropa, emociones que sintieron al verle, el viaje a casa, destacar lo excepcional de su llegada a casa: cómo fue, quiénes les esperaban para recibirles, cómo era su habitación, sus cosas,...Enseñarle fotos de ese día.
Entre los 5 y los 11 años, son muchas las experiencias y los recuerdos que han dejado huella en él. Gran parte de la rabia y el dolor sentido por las separaciónes, irán dirigidas hacia los padres adoptivos. La adopción de niños de esta edad, sí hace conveniente el apoyo de un profesional de la psicología durante las primeras fases de adaptación.
La adopción de un adolescente es poco frecuente y hace preciso soporte profesional, tanto a la familia como al hijo, por la complejidad sumada a la crisis que supone la adolescencia.